jueves, 17 de diciembre de 2009

El castillo de Montánchez


Al sur del Tajo, en la zona central de la Provincia de Cáceres, la llanura se acaba en la agreste Sierra de Montánchez, que separa las cuencas del Tajo y del Guadiana. En ella se aprecian cuatro espacios vegetales distintos: la llanura, con dehesas y tierras en otro tiempo productoras de cereales; las laderas y torrentes, con olivares y matorral mediterráneo; las cumbres con viñedos; y las zonas húmedas (donde nace el río Salor), con bosques de quejigos y castaños. El más meridional de éstos bosques de castaños de la Provincia de Cáceres se encuentra en término de Arroyomolinos.

Es precisamente este castañar el que cabe tomar como punto de partida hacia Montánchez, pues a su salida se divisa en lo alto su magnífico castillo dominando el horizonte, al que llegamos tras recorrer unos 700 metros entre cultivos de vid y olivo.

Me espolea la curiosidad por llegar, pues mis buenos amigos el Vizconde de Torre Hidalgo, escritor, y Alwin Van der Linde, pintor, me han hablado mucho de la magia de Montánchez, hasta el punto que Alwin tiene una casa allí. Montánchez es famoso por sus jamones, quesos y embutidos; aparte de un secadero de jamones (Iberselec) donde podemos encontrar el mejor jamón de bellota.

Su castillo almohade, del siglo XII, del que conserva tres aljibes, está emplazado sobre un elevado cerro, que permite contemplar una vasta extensión. La Orden de Santiago lo reformó y amplió en la Edad Media. A destacar la Torre del Homenaje y las Bodegas. Entre sus muros se encuentra la ermita de la Virgen del Castillo.

Bajando del castillo, a la izquierda, se encuentra la Iglesia Parroquial de San Mateo, construída entre los siglos XVI y XVII, y adornada en el XVIII con un retablo barroco policromado, una sillería del coro, de madera, y varias tallas.

Cruzamos el pueblo, de extremo a extremo, por unas calles que se pueden considerar precedente o antepasado de la hermosa arquitectura colonial que encontramos en Hispanoamérica, sobre todo en Venezuela: calles empedradas y casas con balcones, piedra y madera, hasta llegar a una plaza de toros cuadrada.

Aquí se inicia la entrada del Hotel Fuentes del Salor, en el que nos alojamos. La puerta de entrada da acceso a una vasta extensión de terreno, lo que facilita el aparcamiento en una una carretera que entre espacios verdes, va ascendiendo hasta la misma puerta del hotel. Montánchez está coronado por dos cerros en cada uno de sus extremos. En uno se encuentra el Castillo, y en el otro, el Hotel.

Las instalaciones del hotel son muy confortables, y cuenta con piscina y espacios para niños. También ofrece una confortable cafetería y una cocina de buen nivel, que puede preparar hasta un cochinillo asado de alta calidad.

Aparte del hotel, hay un hotel rural (Las Nogalas) y varias casas rurales donde alojarse.

Después de la visita, y la consiguiente degustación de jamones y vinos, comprendo y comparto la opinión de mis amigos.

Francisco Gregori Marí. Valencia.

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